De la emergencia a la nueva normalidad (virtual)
Antes de la pandemia, la interpretación remota era más la excepción que la norma. Algunas plataformas, como Skype o Zoom, se utilizaban de forma ocasional, pero no estaban diseñadas para satisfacer las necesidades técnicas y logísticas de la interpretación profesional. La emergencia sanitaria obligó a intérpretes, agencias y clientes a adaptarse en tiempo récord.
En cuestión de semanas, surgieron soluciones improvisadas y, poco después, plataformas específicas como Interprefy o VoiceBoxer comenzaron a ganar terreno. También se mejoraron notablemente las funciones multilingües de aplicaciones como Microsoft Teams. Hoy, estas herramientas forman parte del día a día de muchos intérpretes.
Retos técnicos y humanos
No fue nada sencillo. Uno de los principales desafíos fue la calidad del sonido y de la conexión a internet, aspectos imprescindibles para garantizar un servicio de interpretación riguroso y fiable. Muchos intérpretes tuvieron que invertir en cabinas caseras, micrófonos profesionales y formación técnica intensiva. Además, el aislamiento y la carga cognitiva de interpretar sin ver al público ni a los compañeros supusieron un reto emocional y psicológico importante.
También hubo problemas de coordinación: clientes que no sabían cómo activar los canales de interpretación, oradores que hablaban sin pausas y eventos sin una planificación lingüística adecuada. Todo esto llevó a redefinir el papel del intérprete, que ya no solo debía traducir, sino también asesorar, guiar y adaptarse en tiempo real.
Ventajas inesperadas
Sin embargo, la interpretación remota también trajo consigo beneficios que hoy valoramos muy positivamente. Uno de ellos es la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar del mundo, lo que amplió las oportunidades laborales para muchos intérpretes, especialmente en regiones donde la oferta presencial era escasa.
Además, la reducción de los costes logísticos para los clientes (viajes, alojamiento y dietas), permitió incorporar servicios de interpretación en eventos que antes no los contemplaban por razones presupuestarias. Para algunos profesionales, la flexibilidad y el menor desgaste físico (al haber menos desplazamientos y poder controlar mejor el entorno) han supuesto un cambio positivo que desean mantener.
La interpretación remota ya no es una solución de emergencia. Hoy es una herramienta consolidada que convive con la interpretación presencial y que, en muchos casos, se integra en formatos híbridos. Los intérpretes con más experiencia coinciden en que la clave está en la formación continua, la especialización y la colaboración entre profesionales y clientes para garantizar la calidad del servicio, independientemente del canal utilizado
Cinco años después de la pandemia, la interpretación remota no solo ha sobrevivido, sino que ha evolucionado, se ha profesionalizado y se ha consolidado como una parte esencial del sector. Aunque nada reemplaza del todo la riqueza del contacto humano en la interpretación presencial, la tecnología ha abierto nuevas posibilidades.
El reto ahora no es elegir entre interpretación remota o presencial, sino entender cuál es la mejor opción para cada contexto… y seguir mejorando ambas.